martes, 5 de septiembre de 2017

La ley del Espíritu

 Así como el cuerpo debe respetar las inexorables leyes físicas, el espíritu respeta una ley muy especial y productiva: La ley del Karma
Para empezar tenemos que definir al ser humano como un espíritu trascendente con un cuerpo mortal.
Esto ya fue "demostrado" en el artículo anterior.

 Si quisiéramos expresar la ley  del Karma diríamos que ese "árbol de conocer y decidir", esa maravilla que nos anima, tiene como misión brindarle al mundo más que lo que tome de él y cobrar exactamente por ello.

Cuando lo logra, al momento de cambiar de cuerpo, asciende un escalón de la escalera de Jacob.
Aunque suene antipático cada uno de nuestros espíritus (durante una vida) ocupa uno de esos escalones, es decir que tiene una determinada potencia.

Cada escalón tiene un número y los primeros seicientos escalones están reservados para los espíritus jóvenes, los que han transcurrido pocas vidas desde que estuvieron en un animal, especialmente en alguna mascota.

 Los siguientes sesenta escalones están reservados a los emprendedores, esas personas capaces de guiar al menos a diez personas de los escalones anteriores.

 Los siguientes seis escalones están reservados a los líderes, personas capaces de guiar al menos a diez emprendedores.

Los escalones superiores están reservados a los senseis, a los sabios y a los santos.

 La ciencia está por descubrir (cromosoma Xq28) que el número de escalón está grabado en el ADN de cada persona, único eslabón entre el cuerpo y el espíritu.

 Entonces, cada espíritu cuando se queda sin cuerpo es analizado por la ley del Karma para determinar qué escalón le tocará en la próxima vida y encuentra mágicamente un recién nacido de progenitores que componen entre ambos ese nuevo número.

Así, la escalera de Jacob es una marcha constante de espiritus que ascienden y descienden eternamente.

 No pasará mucho tiempo para que ese proceso pueda ser monitoreado digitalmente y así poder poner a los recién nacidos el nombre de su espíritu.


 Pero ahora vayamos a lo más interesante, ¿cómo podemos sacar ventaja de esta ley?

 Resulta que el dinero es una simulación de esta ley del Karma y su administración, cuanto más se asemeje a ella, más beneficios nos dará.

 Sabemos que el cuerpo, para poder estar apto para el trabajo cotidiano necesita una serie de bienes y servicios que podrían englobarse en lo que denominamos sueldo.

 El espíritu en tanto, para tener ganas de trabajar, debe percibir en dinero los excedentes que pudo generar ese año.
 Es imperioso entonces que se legisle cuanto antes respecto de la participación en las ganancias porque es el acicate de los espíritus que van a generar recursos sustentables sin límite.

 Debido a una curiosa cabriola del destino, hoy existe el Impuesto a las Ganancias de las Empresas, que no es otra cosa que la participación en las Ganancias que se dejó de pagar al personal de esa empresa.

 El populismo nos hizo un pase gol. 


Hay que utilizar el dinero que se recauda por Ganancias de todas las empresas para participar Ganancias al personal propio y de terceros de cada una de ellas.
Cuando el impuesto ganancia empresa sea para participar al personal, Argentina será una máquina de prosperar.
Cuarta Postura
El populismo impide la prosperidad del laburante como si fuera pecado.
Mauricio Macri, en cambio, utilizará lo que recauda por Ganancias de todas las empresas para participar Ganancias al personal de la misma.
Lo anunciará pronto y arrasa: Ley de ENTUSIASMO LABORAL

 


lunes, 4 de septiembre de 2017

Cada operario en su empresa, es el modo de mamar

 Dios es intuído por todas las personas, aunque sólo le ven sus tetas.
Los humanos no somos tan mortales. 
Ese "árbol de conocer y decidir" es un sistema metafísico que recibe la información de los sentidos del cuerpo, clasifica esa información, la razona, y toma una decisión ante cada desafío.
Si esa decisión le conviene el mundo, tu espíritu recibe un crédito que nadie te puede quitar.


El árbol del conocer y decidir
Es lo que estás haciendo ahora al escucharme. No es tu cerebro el que me escucha, es tu espíritu que está clasificando la información y a punto de tomar una decisión sobre la misma.

Los frutos de ese árbol son imperecederos, son la diferencia entre lo que entregas al mundo y lo que consumes de él. 
Pero no se comen en esta vida. Quedan como patrimonio para tu próxima vida.

Ahora, te pido disculpas pero tengo que hablar de un tema tabú: 
¿No te parece que los homosexuales debieron tener en su vida pasada un cuerpo del sexo opuesto? Lo que más debemos recordar de nuestra vida anterior es nuestra preferencia sexual.
¿Has advertido que difícilmente quieran ser laburantes sino que buscan ser famosos de éxito? 
¿Será que han vivido muchas vidas y no encontraron un cuerpo de su género, que fuese apto para ascender el nuevo escalón de la escalera de Jacob, para un nuevo desafío.


¿Has advertido que parece que nosotros, los emprendedores estamos en esta vida disfrutando frutos que generamos en vidas pasadas?

Los laburantes (que son bien machos y hembras),
¿advierten que su vocación y preferencias cromáticas y musicales no parecen de esta vida?

Bien, vamos al grano. 
El objetivo excluyente de la vida es trabajar. El ocio no le sirve a tu espíritu eterno. Te derrumba mal.

La paga que reciben los trabajadores en el mundo físico es tan sólo una simulación de ese proceso escalonado y trascendente denominado Karma, las tetas de Dios. 


El dinero es sólo una parábola para que pueda ser entendida por quienes aún no vislumbran la eternidad de los objetivos del Creador.
 Desde la Revolución Industrial esa simulación ha sufrido una importante des-naturalización. El trabajo comenzó a pagarse por su costo y no por su verdadero precio. Es decir que la ganancia por el trabajo humano no quedaba en su verdadero dueño. Nos la quedábamos los empresarios, te lo confieso!

Para resolver los conflictos de clase se apeló a una Segunda Postura, que consistía en sacarnos del medio a los emprendedores, creando una infra-estructura estatal que intentara reconstruir esa simulación. No lo logró porque nadie más quiso producir excedentes para los demás.


Tu cuerpo necesita mantenerse en forma para seguir trabajando y ése es el costo de tu trabajo.
Pero tu espíritu necesita participar en las ganancias para seguir teniendo ganas de trabajar. Ése es el precio de tu trabajo.

El Excedente nunca llegó.



Aunque no lo cobres en esta vida, tu espíritu de todas maneras subirá el escalón.




Hay que utilizar el dinero que se recauda por GANANCIAS de todas las empresas para participar GANANCIAS al personal propio y de terceros de cada una de ellas.



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