miércoles, 21 de mayo de 2014

La prosperidad como armonizador

Si a los dirigentes no les interesa buscar las soluciones eficaces, a los ciudadanos comunes no nos queda otra alternativa: Complicidad o encontrar una solución.

Ofrezcamos al país trabajo, esfuerzo y creatividad para generar recursos excedentes.

Pero claro, con garantía antifraude, porque si después algún inescrupuloso nos arrebata lo que logremos, este ofrecimiento sería una nueva decepción.

Debemos incorporarle a nuestra predisposición, consecuentemente, una traba de seguridad.

Exigiremos una sencilla reforma impositiva que actuará espontáneamente consolidando nuestros logros e instándonos a ser cada vez más esforzados y creativos.

Estableceremos un mecanismo para que el trabajo humano tenga el impulso de su motivación más poderosa.

Un ordenamiento diferente e innovador que no afecta la recaudación sino que por el contrario, puede incrementarla de manera constante y creciente y redireccionarla hacia los sectores productores.

Transformaremos el impuesto al beneficio empresario en Participación para todos los asalariados propios y terceros de cada emprendimiento, proporcionales a sus remuneraciones.

Se beneficiará toda la sociedad con mayor rentabilidad de las inversiones productivas, incremento de la recaudación estatal de los impuestos a la facturación y al consumo, incremento de las ganancias efectivas, blanqueo de las ventas por presión de los consumidores, aceleración de la circulación monetaria por aumento del ingreso promedio, voluntad compartida entre empresarios, empleados, inversores y Estado para generar ganancias genuinas, tendencia global hacia una economía competitiva y "blanca", tendencia hacia el ahorro estimulada por la sensación de progreso, etc.

La prosperidad es el más seguro lazo de la unidad social

Ofrezcamos nuestro corazón.

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