jueves, 29 de mayo de 2014

Oh! la doctrina populista...

El populismo no marcha hacia la sinergia, sino a la autodestrucción. La actitud sinérgica del personal de las empresas es la gallina de los huevos de oro que tenemos que recuperar. 
¿No es hora de revisar la doctrina social?
Doctrina social es el conjunto subyacente de preceptos que ha servido de base a toda la legislación tributaria y laboral del planeta.
La doctrina social hizo que 1/3 de la ganancia empresaria quede en el Estado y no en el personal. Eso es lo que hay que revertir. Y la sinergia volverá!.

¿No será hora de ver que el enemigo no son los molinos de viento que nos han puesto delante?

Si tuviésemos que describir los puntos equivocados de la doctrina social diríamos que

1. Exige que previamente a que un sistema económico social funcione, "mejore" el ser humano, cosa que inmoviliza profundamente, porque habría que esperar décadas, si es que fuera posible “mejorar” a todos las personas que intervienen en la economía.
2. Mientras tanto, impulsa la "solidaridad obligatoria por ley" Los emprendedores y asalariados más esforzados, son obligados a ser solidarios con los emprendedores y asalariados menos esforzados. Produce abatimiento y haraganería.
3. Además instala la falsa convicción de que la economía suma cero, es decir que lo que se dé a uno, se le debe quitar a otro. No es cierto. La economía es el arte de hacer que todos y cada uno de los integrantes de la sociedad produzca más que lo que consuma.
4. Y especialmente aconseja cubrir "todas" las necesidades de los asalariados. Traducido esto significa que se le pague sólo por lo que necesite y no por lo que haga. Es lo peor que ostenta la actual doctrina social.

Pero además la doctrina social es amada arteramente por los dirigentes de todas las ideologías, para sojuzgar a sus adversarios:

La izquierda la ama porque es un freno para la derecha.

La derecha la ama porque es un freno para la izquierda.

Los de la tercera postura, que es la que gobierna actualmente en todos los países del mundo, la aman porque es un freno para la derecha y para la izquierda.
Los creyentes de muchas religiones la aman porque creen que es sabiduría revelada, porque se lo han dicho sus pastores.
Y los no creyentes la aman porque creen que completa la teoría evolucionista.
Entonces, los pocos que nos atrevemos a acusar a esta especie de dogma artificial, recibimos rechazo desde varios flancos.

Se imaginan cuando decimos que por el contrario, la solución a los problemas del mundo pasa por recuperar los naturales incentivos humanos a la acción, que serían como una especie de "negocio individual" de sembrar y cosechar, de que cada uno cobre por lo que haga y no sólo por lo que necesita para estar disponible al día siguiente para ir a trabajar.
Muchos aún creen que el bien individual es contrario al bien común!
No señores! El bien común no es otra cosa que la suma de los bienes individuales.

¿Habrá que esperar hasta que se advierta que no es necesario "mejorar" al ser humano para que un sistema económico-social funcione?

¿Habrá que esperar hasta que la Declaración Universal de los Derechos del Hombre (principal exponente de la doctrina social), extinga a nuestra especie por pretender la "solidaridad obligatoria por ley"?

La solidaridad obligada por ley no funciona. Es un principio copiado de las dictaduras, pues hace que corporaciones fuertes hagan sustentable esa injusticia de castigar a los esforzados a favor de los indolentes.

Esta doctrina está tan profundamente asimilada, no sólo en Latino-américa, sino en todo el mundo, que podría ser la principal causa de esta crisis global.
Y aunque todavía nadie lo acepta, la degradación social y sus plagas consecuentes, parece un proceso irreversible. Al menos mientras no se modifiquen las relaciones laborales de manera de poder recuperar los naturales incentivos a la acción de los asalariados.

Es momento de la Cuarta Postura
Hay que tratar de buscar caminos más naturales.
Si una persona sola en el medio del campo puede generar excedentes como para alimentar a su familia y progresar, cuánto más podrían hacer muchas personas si el sistema respetara esos naturales incentivos a la acción.
Los asalariados nunca lograron cobrar por lo que hicieron sino sólo por lo que necesitaron, y eso ha extirpado su incentivo humano.
Los ha transformado en cuasi animales, en cuasi esclavos, en personas en letargo que ni sospechan que su trabajo sea la columna vertebral de la marcha económica de la sociedad.
Los aumentos salariales por productividad podrían ser pagados por el Estado, con el dinero que tributó cada empresa como impuesto al beneficio empresario.

Será la manera más justa de remunerar al asalariado, será la verdadera justicia social.
Así cada uno podrá administrar los excedentes que genere y se sentirá parte de la sociedad, lo cual lo librará de depresión y adicciones.
Cuando al asalariado se le pague por lo que haga y no sólo por lo que necesite, las injusticias que padece nuestra sociedad que todos conocemos y que solemos esconder bajo la alfombra, van a desaparecer súbitamente.
Toda la economía florecerá y entonces los servidores públicos también lograrán homólogo nivel de remuneración.

El ser humano está diseñado para actuar por incentivos.
Todas las doctrinas sociales hasta el presente soslayaron esa ley universal, lo cual fue letal para la sociedad.

miércoles, 28 de mayo de 2014

A las puertas de la prosperidad

Como consecuencia del autoritarismo económico, hoy estamos viviendo una lenta implosión económica. Parafraseando conceptos de la astrofísica, la situación que vivimos podría incluso conducir a una economía enana blanca: una colosal energía desperdiciada en colapsar y autodestruirse.
Pero también sería capaz de generar la extraordinaria potencia expansiva de las gigantes rojas, las estrellas más grandes del cosmos.

La Argentina cuenta con instituciones democráticas que se perfeccionan día a día a pesar de lo que indicaría una mirada superficial, un sistema financiero sólido según las normas prudenciales más exigentes, reducidos niveles de endeudamiento en dólares, el extraordinario potencial de Vaca Muerta, se espera que los términos de intercambio continúen elevados y el talento y las reservas morales de su gente están intactos; sólo resta aprobar una asignatura: recrear la confianza de los argentinos en su futuro.
Para lograrlo, también la historia nos brinda una lección: en 1891, cuando la crisis tocaba fondo, Roca, Pellegrini y Mitre forjaron un gran acuerdo político y de él nació la Argentina moderna.

Alcanzado el consenso sobre el valor de sostener las instituciones democráticas, es la hora de los consensos económicos. Luego de tantos fracasos económicos estamos listos para alcanzar un verdadero consenso a largo plazo sobre políticas económicas que nos aseguren un desarrollo sustentable. Si ese consenso se alcanzara, las equivocadas políticas económicas del pasado y del presente serán evaluadas del mismo modo que hoy vemos al poder militar que interrumpía una y otra vez la legimidad democrática: como un error del pasado que no volverá a ocurrir.

Un pesimismo inaceptable corroe la confianza de los argentinos en las posibilidades de nuestra patria y convierte el fracaso en una auto profecía cumplida. Por debajo de la acumulación de problemas que paralizan al país, todo está dado para que se inicie un segundo período de formidable crecimiento, comparable con el que produjo la orgullosa Argentina del Centenario.
La historia argentina nos enseña que las puertas de la gran prosperidad se abren una vez cada cien años.

Alejandro Poli Gonzalvo

martes, 27 de mayo de 2014

La hora de los consensos económicos

Así como la sociedad hoy defiende en forma unánime a la democracia, también deberá ser firme, para salir adelante, el rechazo al populismo económico.

Durante las últimas décadas se han ensayado toda clase de explicaciones sobre el retroceso argentino. Politólogos, economistas, historiadores, sociólogos, filósofos, ensayistas argentinos y extranjeros, han producido una copiosa bibliografía sobre la materia.
La propia abundancia de teorías y contrateorías ha dificultado que se llegara a un consenso sobre las causas de nuestra decadencia como sociedad y ha generado una tendencia a buscar explicaciones sofisticadas o con una pretensión de originalidad, relegando hipótesis más obvias y directas, descartadas por su aparente simplicidad, pero que no por eso deben dejar de mencionarse. En este sentido, defendemos una hipótesis básica y rigurosa sobre la causa del retroceso argentino: la ausencia de consensos a largo plazo. En el largo plazo las naciones convergen hacia sus niveles potenciales de renta per cápita más por la estabilidad y coherencia de su sistema de economía política que por la abundancia de sus recursos.
En otras palabras, a largo plazo la consistencia de las instituciones políticas y económicas tienen mayor peso para el desarrollo que la disponibilidad de recursos naturales.

Los consensos se perdieron a partir de la Segunda Guerra Mundial cuando hizo su aparición plena el populismo. Del mismo modo que se han ensayado numerosas hipótesis sobre el retroceso argentino, también sobre el populismo existen una gran variedad de definiciones. Y de igual modo aplicamos la navaja de Ockam -principio metodológico según el cual, "en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la correcta"-, y proponemos una que, entendemos, las resume a todas: el populismo es sinónimo de políticas de corto plazo no sustentables.
El populismo es lo contrario de un enfoque institucionalista y a largo plazo. El fracaso argentino, entendido por el logro de niveles de desarrollo inferiores a nuestro potencial, se explica por la presencia permanente del populismo. Que no sólo se limita al peronismo.
Populistas fueron Onganía, que entregó las obras sociales a los sindicatos; Martínez de Hoz, con la "plata dulce"; Galtieri, con la toma de las Malvinas; Alfonsín, cuando proponía el tercer movimiento histórico, o Cavallo, al sostener que un peso es igual a un dólar, entre otros ejemplos posibles.

Pese a este estado de cosas, hay espacio para una mirada optimista. Después de enormes dificultades la sociedad argentina ha logrado un consenso a largo plazo sobre la necesidad de salvaguardar la democracia. Por lo contrario, los intentos autoritarios todavía predominan en el manejo discrecional de la economía. Pero al igual que el valor de la democracia no ha sido afectado por las gravísimas crisis que hemos sufrido y los golpes de Estado han desaparecido del horizonte de posibilidades de la sociedad argentina, creemos firmemente que las políticas económicas también alcanzarán un consenso más rápido de lo que advertimos y un conjunto de medidas básicas, propias de una sana economía política y probadas en otras naciones, lograrán un extendido consenso entre los argentinos. Las recetas erróneas y mil veces repetidas serán vistas en un futuro próximo del mismo modo que hoy vemos al poder militar de antaño: como un error del pasado que no volverá a ocurrir. Es la hora de los consensos económicos. Al consenso democrático se sumará finalmente el consenso económico. Y entonces el cortoplacismo populista ya no tendrá lugar en la Argentina.
 historiador, miembro del Club Político Argentino

jueves, 22 de mayo de 2014

Pero no seduce...

La Cuarta Postura es una propuesta que a pesar de no haber recibido crítica negativa, no seduce.

miércoles, 21 de mayo de 2014

La prosperidad como armonizador

Si a los dirigentes no les interesa buscar las soluciones eficaces, a los ciudadanos comunes no nos queda otra alternativa: Complicidad o encontrar una solución.

Ofrezcamos al país trabajo, esfuerzo y creatividad para generar recursos excedentes.

Pero claro, con garantía antifraude, porque si después algún inescrupuloso nos arrebata lo que logremos, este ofrecimiento sería una nueva decepción.

Debemos incorporarle a nuestra predisposición, consecuentemente, una traba de seguridad.

Exigiremos una sencilla reforma impositiva que actuará espontáneamente consolidando nuestros logros e instándonos a ser cada vez más esforzados y creativos.

Estableceremos un mecanismo para que el trabajo humano tenga el impulso de su motivación más poderosa.

Un ordenamiento diferente e innovador que no afecta la recaudación sino que por el contrario, puede incrementarla de manera constante y creciente y redireccionarla hacia los sectores productores.

Transformaremos el impuesto al beneficio empresario en Participación para todos los asalariados propios y terceros de cada emprendimiento, proporcionales a sus remuneraciones.

Se beneficiará toda la sociedad con mayor rentabilidad de las inversiones productivas, incremento de la recaudación estatal de los impuestos a la facturación y al consumo, incremento de las ganancias efectivas, blanqueo de las ventas por presión de los consumidores, aceleración de la circulación monetaria por aumento del ingreso promedio, voluntad compartida entre empresarios, empleados, inversores y Estado para generar ganancias genuinas, tendencia global hacia una economía competitiva y "blanca", tendencia hacia el ahorro estimulada por la sensación de progreso, etc.

La prosperidad es el más seguro lazo de la unidad social

Ofrezcamos nuestro corazón.

Cómo lograr una organización global

Las personas estamos dotadas de ciertos incentivos a la acción. Por ello generalmente actuamos para nuestro propio bien o para evitar nuestro mal.

No se trata (como pretende la actual doctrina) de cambiar al ser humano, sino por el contrario, de hacer que los sistemas sociales interpreten cabalmente esos incentivos y los utilicen para lograr armonía, y no para profundizar los conflictos.

Porque la persona común no perseguirá jamás el 'bien' de los otros, sino el 'bien' de cada uno, en cualquier circunstancia y bajo cualquier sistema.

Y esos incentivos a la acción son similares para todos las personas de todos los países. Consecuentemente es posible armonizarlos en la sociedad global.

Esos incentivos se pueden clasificar en cuatro:

Para la mayoría, que son los empleados, el incentivo es su previsión, es decir un sueldo, una obra social y una jubilación estables y excedentes para que su familia tenga prosperidad
Para los emprendedores, que son diez veces menos, el incentivo es la ganancia de sus emprendimientos, con la cual sus descendientes podrían encarar sus propias empresas
Para los líderes, que son diez veces menos, el incentivo es su prestigio y fama, para ser el ejemplo que impulse a sus seguidores a continuar la lucha.
Y para los maestros, que son diez veces menos, el incentivo es agradar a Dios, fortalecer su dogma para que ilumine a sus discípulos.

La calidad de un sistema se evalúa por la mayor o menor armonización de los 'bienes' de 'sus' ciudadanos.
Pero hoy asistimos a una sociedad global, y por lo tanto ni el mejor de los gobiernos nacionales sirve para organizar la sociedad global, porque sólo se ocupa de los 'bienes' de sus propios ciudadanos.

Urge revisar la doctrina social para lograr una organización planetaria. Urge un gobierno global que logre armonizar los objetivos de todas las personas, y que borre los nacionalismos que tantas vidas costaron.

Necesitamos compatibilizar los objetivos a la acción de todos los seres humanos, a menos que esperemos impávidos la extinción de la especie humana.

Y la destrucción no sería por 'culpa' de las potencias actuales sino porque no habremos logrado organizarnos como sociedad global.

Sin embargo, creo que el mundo no se destruirá sino que asistimos al trabajo de parto de una nueva organización de la sociedad global y de un sistema único.

La distribución de las riquezas no será cuestión de incumbencia de los gobiernos, pues cada ciudadano administrará los excedentes que genere.

Esta auto-distribución parece algo inalcanzable. Sin embargo se lograría mediante un artificio increíblemente sencillo: Los aumentos salariales por productividad deben ser pagados por el Estado, con lo que tributó su patrón por sus Ganancias. Este mecanismo asegurará justicia creciente en las relaciones laborales.
Basta de nacionalismo


Se ha fingido un mundo ideal

Los ideales viejos van a aprender lo que significa tener pies de barro.
A la realidad se la ha despojado de su valor, de su sentido, de su veracidad en la medida en que se ha fingido mentirosamente un mundo ideal.
El "mundo verdadero" es lo opuesto al "mundo aparente".

Dicho con claridad: el mundo fingido es lo opuesto a la realidad.

Hasta ahora la mentira del ideal ha constituido la maldición contra la realidad.

La humanidad misma ha sido engañada y falseada por tal mentira hasta en sus instintos más básicos hasta llegar a adorar los valores inversos de aquellos que habrían garantizado el florecimiento, el futuro y el elevado derecho al futuro.



   

Nietzsche. 

lunes, 19 de mayo de 2014

Una ley que todos cumplirán

Es posible modificar el ánimo de todos los argentinos en poco tiempo y lograr un crecimiento constante de un 10% anual, mediante una simple ley.
Se trata, esencialmente, de redireccionar el impuesto al beneficio empresario hacia el personal propio y de terceros de "esa" empresa.

Una vez promulgada la ley, cada empleado verá que las condiciones de su trabajo han cambiado en los siguientes aspectos:

1.Sabrá que los organismos corporativos que le atemorizaban, como los falsos sindicatos cuyo principal objetivo era ser sobornados, y que casi no tenían en cuenta el verdadero beneficio de sus afiliados, dejarán de tener poder. Ello será así porque el personal, en su conjunto y en equipo por empresa, se esforzará por generar ganancias a su empleador, ya que a mayores ganancias, mayor porcentaje de impuesto al beneficio empresario y consecuentemente mayor beneficio para su familia.

2.Contará con la colaboración de su empleador quien será el mayor interesado en que el sistema funcione.

3.Contará con un apoyo en retaguardia de los empleados públicos, cuyo destino mejorará porque la recaudación fiscal, fuente de sus sueldos, crecerá constantemente.

4.Contará con otro apoyo logístico en retaguardia, los jubilados y las amas de casa, quienes brindarán todos sus esfuerzos de manera que nada le falte para lograr su máxima potencialidad.

5.Y contará también con un reclutamiento listo para entrar en acción (los desocupados), a medida que se vayan abriendo nuevos frentes de ataque, es decir a medida que se vayan conquistando mayores áreas para explotar con creciente rentabilidad.

6.El propio sistema le garantiza que sus derechos por adherir al sistema jamás le podrán ser quitados.

7.Las presiones de los organismos de crédito internacionales cederán, pues con la Tasa de Retorno de este proyecto, tendrán la certeza de cobrar fácilmente los servicios de sus acreencias.

8.Contará con los funcionarios políticos como espectadores, que podrán cumplir ahora sí, el mandato de liderar la toma de decisiones para  planificar. Consecuentemente no obstruirán el trabajo.

9.Y podrá en fin doblegar a su enemigo principal, (su propio miedo y su propio pesimismo), el cual actualmente le inmoviliza en gran medida. Podrá observar casi inmediatamente un resultado notorio y explosivo, recomponiendo su autoestima, principal recurso para el crecimiento.

viernes, 9 de mayo de 2014

El Documento Episcopal

Aunque parezca paradójico, la iglesia es la principal culpable de la corrupción estatal y de la violencia social.
Su doctrina social (que ha servido de base para nuestra legislación laboral y tributaria) ha logrado que 1/3 de las ganancias de todas las empresas quede en el Estado, siendo que ese dinero es precisamente la participación en las ganancias que corresponde al personal propio y de terceros de esa empresa.
Eso es lo que a los gobernantes les da la libertad para hacer sus negociados, porque los empleados burlados (90% de la población) no se sienten parte de la república, y entonces no se sienten actores principales en cuestiones de Estado. Viven la vida sólo reclamando por sus necesidades y tienen prohibida la prosperidad.
Más detalles en
 
http://www.proyectoactitud.com/

sábado, 3 de mayo de 2014

Siembra, y Cosecharás

Expongo en este libro un instrumento, el Transvalímetro, capaz de calcular el plus que corresponde al personal de cualquier empresa si se decidiera pagarle al valor de lo producido por el trabajo humano. Y lo calcula para emprendimientos de cualquier rubro y magnitud.

Con ello, la nueva doctrina social que propone consiste en pagarles a los asalariados por lo que hagan, y no sólo por lo que requiere conseguir el personal calificado dispuesto a trabajar.

Analizando la legislación tributaria de hoy, encuentra que el dinero de ese plus termina en manos del Estado y no en las de su empleador como podría suponerse. Por eso considera que es posible aplicar el sistema sólo con una ley al efecto, ya que los fondos necesarios estarían disponibles.
El objetivo es de gran importancia para el Estado: Esa nueva legislación tributaria crearía condiciones para el pleno empleo, pues una nueva actitud de los asalariados haría que contratar personal deje de ser “un peligro” para ser lo más rentable.
El libro puede bajarse de Internet


Ebook