viernes, 21 de junio de 2013

GANAS, una palabra poderosa

Los asalariados tienen pocas GANAS de trabajar porque saben que nunca GANARÁN más que lo que cuesta vivir.

Antes de la producción en serie, si uno hacía una silla, le pagaban por una silla, pero si hacía dos sillas le pagaban por dos.
El desempleo, esa paradoja universal responde exclusivamente a esa causa: Las relaciones laborales son anti-naturales. Y como toda paradoja, la resolución es tan evidente que no se deja ver a menos que se utilice pensamiento lateral.
 ¿Quién contrataría a un empleado si de antemano sabe que no tendrá GANAS de trabajar?

La diferencia entre el precio y el costo del trabajo es dinero que está circulando, pero que curiosamente no se le acredita a su dueño.
El Impuesto a las GANANCIAS de las empresas es precisamente esa diferencia.
El Estado lo cobra a todos los emprendimientos pero no lo acredita a su dueño, creyendo que su rol es "re-distribuirlo".

Si el Estado prorrateara ese dinero entre el personal propio y de terceros de esa empresa, al empleado le volverían las GANAS de trabajar, y entonces el desempleo desaparecería en cuestión de meses.

No hay mejor negocio que tener personal con objetivos compatibles con los de la empresa.

¡Cómo te gustaría que la Cuarta Postura fuera tu objetivo principal!
Sabrías que el desempleo de todo el mundo puede desaparecer en cuestión de meses con una simple ley de transferencia de impuestos. 
 Obviamente que para aceptarlo tenés que confesar que perdiste tu vida peleando contra molinos de viento. 
Los "malos" que el populismo te instituyó para manejarte, caerían como castillo de naipes, y eso duele.
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